Así es. El viernes defendí mi trabajo de grado, que era el único requisito que me faltaba para convertirme en Licenciado en Comunicación Social de la querida Universidad Católica Andrés Bello.
Describir cómo me siento en este momento es muy difícil. Digamos que es una mezcla entre la satisfacción de la meta lograda y la nostalgia por los recuerdos, las anécdotas buenas y malas que se dejarán atrás en la frágil huella de la memoria. Es una expectativa muy grande por lo que vendrá, pero al mismo tiempo una gran ansiedad y un compromiso mayúsculo con los valores que me enseñó mi familia y con mi alma mater: la UCAB.
-Recuerdo cuando hace cinco años, un muchacho de 16 años hacía la cola para las inscripciones en la UCAB. Era un nuevo mundo que se abría ante mis ojos, un ambiente distinto repleto de gente.
-Recuerdo que todos decían que la UCAB era lo más parecido a estudiar en un colegio, pero viniendo de una escuela en la que había aproximadamente 30 alumnos por clase, mi nueva casa de estudios era gigante.
-Recuerdo mi primer día oficial como alumno, a finales de septiembre de 2002, cuando participé en el programa de inducciones que todos los años hace la universidad para los alumnos nuevos. Me acuerdo de las actividades que hicimos ese día y de las personas que conocí, muchas de las cuales me acompañaron el resto de la carrera.
-Recuerdo los nervios ante cada entrega de exámenes y trabajos, los almuerzos en postgrado y en la feria, las tardes de laboratorio para entregar a tiempo los trabajos que me mandaban a hacer justo cuando mi computadora personal estaba dañada.
-Recuerdo los almuerzos en casa a las 11 de la mañana para que me diera tiempo de llegar a mis clases a las 12 del mediodía o a la 1 de la tarde.
-Recuerdo a todos los profesores: a los buenos, los malos, los regulares, los que me instruyeron sobre la profesión, los que por el contrario me enseñaron a ser un mejor ser humano y a valorar al otro a pesar de que piense distinto.
-Recuerdo a las personas con las que estudié: los amigos incondicionales, los alegres, los depresivos, los humildes, los sifrinos, los preguntones, los bondadosos...
-Recuerdo que cuando entré dudaba de la capacidad del venezolano para hacer cosas de calidad y que hoy he madurado y me he dado cuenta que sí es posible tener una educación del primer mundo en un país que todavía tiene tantas carencias como Venezuela.
-Recuerdo y recordaré por siempre la vocación social de la UCAB. Quienes más tenemos debemos ayudar a quienes nos necesitan. No hay que voltear la cara ante los desvalidos sino ayudarlos a progresar. Algún día ellos sabrán retribuirlo con creces.
Ahora que se abre un nuevo mundo de oportunidades para mí, siento que si bien he cambiado en muchas cosas, sigo siendo la misma persona ansiosa por lo que va a ocurrir. Siento la misma sensación extraña de cuando empecé la carrera: ¿y ahora qué?
Pondré todo mi esfuerzo para salir adelante y que la UCAB se sienta tan orgullosa de mí como yo lo estoy de haber estudiado en ella y considerarla mi alma mater...POR SIEMPRE.
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