Elina, la baba que embellece

Quienes tenemos la fortuna o la desdicha (dependiendo de cómo se vea) de vivir en Venezuela, estamos constantemente expuestos a una televisión y una radio de baja calidad, a espacios que creen que por ser de corte popular pueden menospreciar a la audiencia y presentarle los contenidos más “chaborros” y ofensivos.
Los venezolanos hemos recurrido-mientras el Gobierno nos lo permita-a sintonizar la maravillosa televisión por cable para matar nuestros ratos de ocio. No obstante, esto no implica que no veamos televisión nacional y que no hayamos desarrollado una “inmunidad antiparabolística” (el término es de mi invención) para bloquear de nuestra mente todo lo desagradable que reflejan nuestros medios, tal como si tuviéramos el borramemorias de “Men in Black”.
No hacerle caso a lo que se ve en la televisión es la única forma de soportar que todavía se trasmita todas las semanas Sábado Sensacional, con su tradicional Guerra de los Sexos, o que sigan emitiendo los risibles y patéticos comerciales de la Medicina Sistémica, con el ingeniero Olalde a la cabeza (por cierto, ¿alguien se ha preguntado qué diantres hace un ingeniero en el campo de la Medicina?). Ni hablar de la propaganda gubernamental. En una ocasión, sin darme cuenta, estaba cantando el célebre “jingle” que reza: “Tarek, gobernador. Tarek es gobernador”, inestimable pieza que, a pesar de ser pegajosa, muestra la escasa inteligencia y creatividad de los publicistas que asesoran a este “@?%& (suprimido por la Ley de Contenidos) Gobierno.Debo confesar que desde hace algunas semanas me encuentro realmente preocupado por el futuro de nuestros medios de comunicación. La mala publicidad los está carcomiendo cada día más. Una muestra de ello, quizás la más representativa, lo constituye la “prestigiosa” Elina, mejor conocida en los bajos fondos como “baba de caracol”.
Televen transmite a diario un comercial de unos cuantos minutos (¿cuánta plata estará pagando esta gente?) acerca de un producto que permite tratar el acné, las manchas, las arrugas, las estrías, las quemaduras y hasta las cicatrices. Mientras almorzaba en compañía de mi familia, algunas semanas atrás, nuestra acostumbrada “inmunidad antiparabolística” se destruyó ante tan interesante oferta y todos volteamos rápidamente para descubrir que el producto mágico era baba de caracol; en otras palabras, saliva de caracol, gargajo de caracol, o como lo quieran llamar.
El comercial proseguía con la mención de las propiedades regenerativas de la baba y con la aclaratoria de que el producto funciona, ya que el caracol regenera su propia concha, gracias a su cochina saliva. ¿Eso prueba que la baba de caracol tenga el mismo efecto en los seres humanos? CLARO QUE NO. Por esta razón, mostraron a unas cuantas personas, claramente maquilladas y retocadas, para demostrar los efectos del maravilloso producto. ¡Hasta Photoshop sería más creíble!
Cuando mi nivel de resistencia y tolerancia llegaba al límite, aparecieron en pantalla dos señoritas que olían extasiadas el frasco mientras aplicaban el líquido pegajoso y mocoso en sus rostros.Las preguntas que taladran mi cabeza son: si la baba es tan buena, ¿no sería mejor utilizar la saliva propia para evitar que el cuerpo la rechace? ¿Cuál será el desecho animal que utilizaremos próximamente para contribuir a la mejora de la sociedad? ¿Encontrarán algún uso estético para el guano (excremento de murciélago)? ¿Qué beneficios puede traer la orina del gato? ¿A qué huele la baba de caracol? ¿El gel para el cabello que me dieron en la universidad se compone de moco de gorila o ése es sólo el nombre que le pusieron para hacerlo más atractivo? ¿Una raza superior usará nuestra saliva en el futuro para quitarse las ronchas o para combatir la impotencia? ¿Qué pasará con los caracoles si la gente sigue usando y comprando su baba?Espero tener respuesta a varias de estas preguntas en un próximo mensaje.