JOSÉ DOMINGO GUARIGLIA
En la planta alta del edificio Petit Palace, ubicado en la urbanización Los Caobos, decenas de periódicos y libros se acumulan sobre los muebles de una amplia sala. Las persianas, siempre cerradas, crean la sensación de una cueva, la del artista de voz ronca que desde hace casi 42 años llena a diario las páginas del diario El Nacional con sus caricaturas: Pedro León Zapata.
Viste informal, con una camisa azul y jeans, y su actitud es seria y relajada. Su parpadeo característico se presenta esta vez con mayor regularidad, debido al derrame de esclerótica de su ojo izquierdo, el cual lo obliga al uso constante de colirios, sin afectar su trabajo como pintor y caricaturista.
Su esposa, Mara Comerlati, recibe a los periodistas y artistas que visitan todos los días su casa. Siempre va acompañada por dos perros, uno negro y otro marrón con manchas blancas. En la sala, tres gatos aparecen con frecuencia para dar fe de su presencia. Las paredes de la sala exhiben cuadros de Zapata, pero también de otros artistas de la talla de Jesús Soto, Antonio Lazo, Jacobo Borges y Carlos Cruz-Diez.
En uno de los cuadros de Zapata, un gato aparece en las piernas de Juan Vicente Gómez. La figura del dictador andino marcó a Zapata, hombre tachirense, hijo de militar, y nacido en 1929, en pleno apogeo de la dictadura gomecista.
El arte como oficio
Sus primeros pasos en la pintura los dio en el periódico mural de la escuela República de Chile. A los dieciséis años ingresó a la Escuela de Artes Plásticas y Aplicadas de Caracas. Ésos serían los comienzos de un artista que está próximo a cumplir 78 años, que comenzó su sección de caricaturas Los Zapatazos en 1965, y cuyas influencias se remontan a Van Gogh y el arte mexicano. “Cuando viajé a México en 1947 conocí a Siqueiros y a Orozco. Diego Rivera me influenció mucho por su obra y sus palabras”.
—¿En usted predomina la faceta de pintor o la de caricaturista?
—Con el tiempo, la condición de caricaturista ha ido ganando terreno dentro de mí. Ante los demás, desde el primer momento, la condición de caricaturista venció a la de pintor.
—¿La inteligencia y el humorismo van de la mano?
—Son la misma cosa. El humorismo es inteligencia pura, no es conocimiento ni ciencia.
—¿Qué cosas le dan risa?
—Muy pocas. El humor no es necesariamente risa. El humor es la forma más franca y directa de enfrentar la realidad, no de huir de ella.
—¿A qué le huye usted?
—A casi nada, aunque la mediocridad es una cosa de la cual no podemos dejar de huir.
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