JOSÉ DOMINGO GUARIGLIA
Nuevamente me veo obligado a hacer un alto en las informaciones sobre entretenimiento para hablar un poco sobre lo que está ocurriendo en el país. Tuve una semana muy atareada y quise dejar pasar algunos días para ordenar mis pensamientos sobre lo que han significado estos últimos acontecimientos.
El sábado pasado se cumplió la amenaza del ministro de Obras Públicas y Vivienda, Diosdado Cabello, y 34 emisoras de radio de todo el país salieron del aire justo después de transmitir el Himno Nacional, en una reminiscencia directa al cierre de RCTV en 2007, y en un evidente atentado a la libertad de expresión de todos los habitantes de este país.
Una y otra vez me he hecho la pregunta sobre qué podemos hacer los ciudadanos comunes ante esta arremetida oficial que está dejando apartadas a las comunidades más alejadas de Venezuela, aquellas que sólo pueden informarse de lo que ocurre en sus localidades con un radiecito viejo y que ahora, por el mismo dial, encontrarán solamente cadenas oficiales o las noticias que el Gobierno tenga a bien difundir, una vez que éste se apropie de las frecuencias robadas.
La respuesta no la tengo clara. Podemos protestar, marchar, denunciar ante la comunidad internacional, hacer todo lo que, de una u otra forma estamos haciendo, y debemos seguir haciendo. Sin embargo, esto no devolverá las frecuencias a las emisoras a las que le pertenecen.
Como periodista he visto en poco tiempo cómo amigos y colegas han perdido sus puestos de trabajo por laborar en medios de comunicación que no simpatizan con la política oficial y han sido cerrados. Desgraciadamente, el panorama se ve cada vez más oscuro, pues los medios que quedan están censurados o han recurrido a adoptar posturas cada vez más radicales contra el Gobierno que los han transformado prácticamente en partidos políticos, en protagonistas de la historia, algo que se contradice totalmente con la esencia de la profesión periodística, con lo que se aprende en las academias.
De esta forma, los periodistas estamos recibiendo presiones de todos lados: del Gobierno, del marco legal cada vez más restrictivo, de los propietarios de los medios para los que trabajamos, que si no nos piden que nos autocensuremos, entonces nos presionan para que nos radicalicemos.
Si a esto se le suma la próxima reforma a la Ley de Ejercicio del Periodismo y la posible aprobación de una Ley Contra los Delitos Mediáticos, que por ahora está parada, pero tengan la seguridad de que la retomarán, quizás con otro nombre, entonces sólo nos quedará seguir en la lucha hasta que se pueda.
Cada día veo con más estupor a la gente que se abstiene de emitir opinión, que se sienta pasiva a esperar a que entren en su casa y le quiten sus propiedades para reaccionar, que creen que el cierre de las radioemisoras no les afecta.
Ojalá el "Gloria al bravo pueblo"de nuestro himno pese más que esa frase que siempre me ha causado tristeza y desesperanza: "el vil egoísmo que otra vez triunfó".
Afortunadamente podemos seguir expresándonos por los blogs, Facebook, Twitter, pero quién sabe por cuánto tiempo, pues el próximo frente de batalla será Internet. Ya hay proyectos para regular su uso en Venezuela, de forma similar a como ocurre en Irán, Corea del Norte o Cuba.
Seguiremos hablando, expresándonos por esta vía. Quienes quieran seguirme en Twitter, sepan que abrí la cuenta www.twitter.com/jdguariglia
...mientras se pueda...
No comments:
Post a Comment