I'm glad to share with you an article written by the young journalist Verónica Rodríguez about the impact of new technologies and social networks in Venezuelan politics. She contacted me and made me an interview, as you can see almost in the end of the article. Enjoy and don't forget to visit her blog
Los políticos tienen que aprender a escuchar los “trinos” de los ciudadanos
Con las redes sociales está cambiando la manera de concebir la comunicación y se empieza a vislumbrar una transformación en la forma en que los dirigentes se relacionan con sus seguidores
Verónica V. Rodríguez G.
“Epa que tal? Aparecí como lo dije: a la medianoche. Pa Brasil me voy. Y muy contento a trabajar por Venezuela. Venceremos!!” (sic), así trinó (del inglés tweet) por primera vez el 28 de abril de 2010 @chavezcandanga, “presidente de la República Bolivariana de Venezuela. Soldado bolivariano, socialista y antiimperialista”.
Aunque la red social tenía cierta presencia en el país desde 2008, sólo participaban en ella miembros de ciertos sectores de la sociedad: ingenieros informáticos, periodistas, relacionistas públicos… La llegada del primer mandatario sirvió de catalizador para la popularización de Twitter: no sólo sus más fervientes seguidores abrieron perfiles “candangueros”; sus detractores, interesados en lo que publicaría en una red de incidencia internacional, también se unieron a su grupo de “seguidores” virtuales (el término resulta desdichado en este caso).
Según el ranking del sitio de medición de tendencias Twitter-Venezuela.com, entre los quince “tuiteros” (usuarios de Twitter) más seguidos en el país se encuentran: el primer mandatario venezolano, un periodista (Nelson Bocaranda), un humorista político (Luis Chataing) y cuatro medios de comunicación (de más a menos seguidores: Globovisión, El Universal, Noticias 24 y El Nacional). Además, un reporte de Tendencias Digitales sobre penetración y uso de la web 2.0 muestra indicadores de que los temas relacionados con política se encuentran entre los más mencionados y buscados en la red del pajarito azul.
Pareciera que la polarización política que divide a los venezolanos finalmente encontró su lugar en la red. Según Billy Vaisberg, ingeniero desarrollador de Twitter-Venezuela.com, “el auge de Twitter en el país se relaciona con la política” (entrevista de Laura Weffer, en El Nacional del 05 de abril de 2011); así lo sugiere el comportamiento de los usuarios durante el año 2010. “En enero −explica− hubo mucho movimiento por las protestas del segundo cierre de Radio Caracas Televisión; en abril se dispararon los números con la aparición de @chavezcandanga y a finales de año, con las elecciones parlamentarias”.
Vaisberg considera que Twitter ha calado tanto en Venezuela por haberse convertido en “una vía para burlar la censura” que existe en los medios tradicionales a causa de la Ley de Responsabilidad Social en Radio y Televisión (Resorte). Aunque las bases están sentadas, “en comparación con otros países tenemos un rezago”, asegura el ingeniero.
Cierto es: el eco de las redes sociales en el mundo de la política se empieza a sentir en el país, pero el camino está apenas comenzando. La especialista en comunicación política y análisis de redes sociales Iria Puyosa es tajante al afirmar que son pocos los que utilizan estratégicamente las “plataformas de interacción social” (término que considera más adecuado que el de “redes sociales”). Haciendo referencia a la más reciente campaña presidencial en Estados Unidos en la que se reinventó el término “política 2.0”, subraya que todavía “las lecciones de (Barack) Obama no han sido aprendidas”.
La también doctora en políticas públicas insiste en que las plataformas de la web podrían ser cruciales en la coyuntura política venezolana, si se logra manejarlas adecuadamente, siguiendo ejemplos de lo que ha resultado exitoso allende las fronteras. “Los políticos locales necesitan entender el potencial de la red para conectarse con los electores independientes y para incorporar sus demandas en la agenda de debate y en las ofertas electorales”.
A pesar de que son diversas las opiniones sobre la efectividad del uso de las redes sociales en la comunicación política, es unánime la idea de que los políticos deben relacionarse con estas herramientas. Como sugiere Andrés Cañizález, investigador del Centro de Investigación de la Comunicación (CIC) de la Universidad Católica Andrés Bello (UCAB), “se está produciendo un cambio en la forma en que la gente asume la comunicación”. A partir de ese cambio, necesariamente se debe producir una transformación de las prácticas en materia comunicacional, lo que redundará en un “cambio en la forma de interacción del político con la sociedad”.
Cañizález es de la opinión de que actualmente en Venezuela “no se están usando las herramientas que harían posible hablar de e-democracia”. Aun así, difiere de quienes critican rotundamente la gestión del presidente Chávez en Twitter: “@chavezcandanga es un canal expedito de comunicación, a partir del cual en los últimos meses se han cambiado algunas decisiones de gobierno y se han producido giros en las políticas públicas”. Aunque la canalización de las denuncias se lleva a través de un grupo paraestatal y no es el presidente quien responde los trinos a título personal, la iniciativa es beneficiosa, pues toma en cuenta a la sociedad y promueve la toma de decisiones debidamente sustentadas.
“Es muy saludable que los políticos tengan presencia en Twitter –acota Cañizález−; con ello se hace posible un futuro con sociedades más comunicadas. Con más personas opinando, aumenta la posibilidad de exponer a los gobernantes”, valiéndose de un elemento que resulta fundamental en los sistemas de comunicación política: la retroalimentación.
En contra de lo que podría pensarse, las redes sociales no son exclusivamente herramientas comunicativas. Carlos Jiménez, director de Tendencias Digitales, hace un recorrido por los orígenes de Internet y relata: “Pasó de ser una herramienta casi exclusivamente de entretenimiento, a alcanzar un ámbito de acción mucho más amplio, que incluye socialización y comunicación, política y opinión, negocios…”. Específicamente en el terreno político, “las redes sociales se convirtieron en un must (deber). Un político que quiera ser exitoso no puede dejar de estar en Internet”.
La clave para conseguir un posicionamiento adecuado en las redes sociales está en encontrar la manera más idónea de aprovechar los altos niveles de penetración que éstas tienen en el país. De acuerdo con los indicadores sobre servicio de Internet de la Comisión Nacional de Telecomunicaciones (Conatel), más de diez millones de personas tienen acceso a algún tipo de conexión a la red. Esto implica que de cada diez habitantes cuatro se conectan a Internet. De esos cuatro, tres son usuarios activos de Facebook y alguno podría serlo de Twitter.
“Ningún medio de masas tradicional tiene un tiraje o audiencia de ocho millones; Facebook cuenta con ese número de usuarios en Venezuela”, sostiene Iria Puyosa; de ahí deriva el potencial de esta plataforma como medio de difusión de información. En cambio, la penetración de Twitter en el país ha ido creciendo lentamente; incluso después del auge de 2010, se sigue manteniendo un perfil determinado de usuarios: periodistas, analistas de opinión pública, políticos, profesores y estudiantes universitarios… “Entre quienes trabajan con la información, sí existe una penetración casi total”, explica. En contraste, Carlos Jiménez insiste en que es importante resaltar el impacto comunicacional indirecto que ha ganado Twitter: “Los medios tradicionales lo replican, generando una onda expansiva de la comunicación. Esto permite crear una articulación de las audiencias nunca antes vista”.
Algunos consideran que se podría estar produciendo una ruptura del paradigma clásico “políticos – medios – ciudadanos”; según el periodista José Domingo Guariglia, quien es especialista en comunicaciones 2.0, “herramientas como Twitter rescatan la comunicación directa desde las bases hasta el poder, de los ciudadanos al alcalde, el gobernador o el presidente”. Su mayor desventaja es que existe “el riesgo de que se transforme en una marea de opiniones sin conexión ni orden y, por ende, no se produzca un verdadero debate político”. Por esta razón, la labor de los medios de comunicación no podrá ser sustituida. “Cada día tenemos más información y la población no está en capacidad de procesar la enorme cantidad de contenidos que se producen todos los días”. Además, insiste, “140 caracteres jamás serán suficientes para explicar la compleja realidad en la que vivimos”.
La limitación de caracteres no es un problema, en opinión del consultor en asuntos políticos Edgard Gutiérrez, cuyo trabajo consiste en manejar la imagen pública de ciertos actores del mundo de la política, incluyendo asesoría sobre cómo llevar las redes sociales. “Twitter puede ser un anzuelo para propiciar una comunicación más profunda. Se hace el contacto inicial por esta vía y luego se mantiene la comunicación por otros medios”. Lo importante, en todo caso, es que los políticos y quienes manejan sus comunicaciones “entiendan que ahora la comunicación con el ciudadano debe involucrar dos vías”. De nada sirve que un político tenga cuenta en algún medio social si no va a dar el salto para romper con la unidireccionalidad característica de los medios tradicionales.
“Los políticos –sugiere Gutiérrez− deben agudizar el oído, para aprender a escuchar lo que la gente dice a través de estas herramientas”. No basta con emitir comunicados; también se debe consultar ideas, pedir opiniones, responder a las dudas… Pocos han sido los líderes que lo han entendido. En su opinión, un ejemplo destacable en el panorama venezolano es el caso del abogado Carlos Vecchio, miembro del movimiento político Voluntad Popular.
Mientras se mantuvo en campaña para las primarias de la Mesa de la Unidad para las elecciones parlamentarias del 26 de septiembre, Vecchio sostuvo una relación directa con sus seguidores en Twitter: pedía ideas para su campaña, conversaba con los usuarios y estaba abierto al diálogo con cualquiera. Incluso pasadas las elecciones, todavía es uno de los pocos políticos venezolanos que conserva la cercanía con sus seguidores a través de las distintas herramientas 2.0.
A pesar de todos sus esfuerzos por mantener el contacto 2.0¸ Vecchio considera que las redes sociales como Twitter o Facebook representan “un medio adicional”. A fin de cuentas, “lo importante es tener clara la política que se quiere comunicar y, sin duda, las redes sociales ayudarán a su divulgación e interacción. Las ideas políticas deben ser tan claras que los medios sólo sean una ayuda”.
Al comparar las funciones de los medios tradicionales y de los nuevos medios sociales, concluye que estos últimos permiten un contacto más directo para la divulgación de la actividad política. “Sin embargo −argumenta−, el contacto cara a cara no lo sustituye nadie. La política se fundamenta en relaciones entre seres humanos y ellas requieren del contacto directo”.
El reto de las redes sociales está en encontrar la manera de movilizar a la gente a partir de las discusiones virtuales; o lo que es lo mismo: comprometer a los internautas a participar en la vida política en el mundo real.
En Venezuela, se complica la posibilidad de imaginar cuál será el futuro en ese sentido. Ante los precarios niveles de institucionalidad en los que se encuentra sumido el país, pensar en alcanzar los modelos de e-democracia o e-gobierno a corto (o incluso mediano) plazo, es ingenuo. Si todavía no se maneja adecuadamente la “política 1.0” (la de la vida real), difícilmente se podrá alcanzar este nuevo modelo de “política 2.0”. Antes será necesario sentar las bases de la institucionalidad en el país. Muchos son los temas sin resolver antes de involucrarse de lleno en asuntos más profundos; una vez que se cuente con una institucionalidad seria y respetada, se puede comenzar a pensar en dar un paso más.
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